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Do Pause: You are not a To Do list

“Ningún problema se puede resolver desde el mismo nivel de conciencia que lo creó”
Albert Einstein

Antes de comenzar a leer es necesario que pongas play a este video (y solo entonces, comiences a leer):

Esto que estás escuchando lleva el nombre “Take Five” y es interpretado por Dave Warren Brubeck, un pianista y compositor estadounidense de jazz. Fue uno de los principales representantes del cool jazz, y uno de los músicos de jazz más populares entre los no aficionados.

Para Tom Hockaday que durante diez años fue el CEO de una compañía llamada Isis Innovation, una compañía de transferencia tecnológica de la Universidad de Oxford. Tom desarrolló una rutina que hacía al final de cada día. Antes de salir del trabajo, cerraba la puerta de su oficina y se tomaba cinco minutos para sí mismo. Lo llamó «Take Five» en homenaje al músico de jazz Dave Brubeck.

Esos cinco minutos le ofrecían un espacio suspendido en el tiempo, una pausa, que resultaba valiosa de muchas maneras para Tom. En esos cinco minutos… Tom encontraba soluciones, ideas, hipótesis ante algunos de los retos del día, también le servía para recordar una tarea que tenía que hacer al día siguiente, o casi siempre, simplemente le funcionaba para sentarse con calma dejarse llevar al etéreo universo de su imaginación y soñar despierto.

Tom lo veía como un ritual para hacer una pausa, una manera de terminar el día y dejar los pensamientos del trabajo en el trabajo, en vez de llevárselos a casa. Era su manera de cerrar pero al mismo de abrirse a una experiencia personal. Y hoy, vivirás la provocación de una experiencia personal.

Intro, primero haz una pausa

En un mundo donde las máquinas y los algoritmos están diseñados para funcionar sin interrupciones ¿qué papel tomamos los humanos? Mira a tu alrededor, todo ocurre a una velocidad intoxicante. Ahora mismo mientras lees esto, están ocurriendo cosas que “ya no te enteraste” o vas demasiado tarde. Pff eso que sientes es FOMO, el miedo a perderse ese “algo” que no sabes por qué necesitas estar enterado, pero lo necesitas para durante un microsegundo sentir que lideras ese “algo” que luego pierdes un segundo después. ¡Ya basta! Estás en un loop mental, en una adicción diseñada por los algoritmos en donde tú, no eres el actor importante, eres solo un actor secundario modificado para consumir.

Robert Poynton, en este libro llamado Do Pause,You are not a to do list; nos habla de la importancia de parar y tomarnos una “pausa”. El valorar nuestros mecanismos biológicos de meditación, recuperación, descanso y ocio.

Es más. Mientras lees esto. Apaga el Internet de tu computadora.
Cierra las pestañas de tu navegador. Por primera vez en mucho tiempo solo enfócate en esto. Enfócate en ti, tu tiempo, tu pausa.

Ok ahora que lo hiciste pon atención en esto. Robert Poynton nos dice que no estamos diseñados para convertirnos en máquinas, pero sí estamos diseñados para abrazar un nuevo modelo que nos permita prosperar en un enfoque más sostenible: la capacidad de hacer “una pausa” y como la música, encontrar un ritmo que funcione para ti.

Esto es importante en este momento de vida. Porque cuando volteas a ver los casos de éxito de los humanos que han emprendido, encontrarás una constante: no tienen vida. Se paran a las 5 de la mañana como máquinas a darlo todo todos los días, sin parar hasta la madrugada. Claro que con esa inversión de tiempo y vida su “negocio” prospera. Pero su vida personal está vacía, destruída y llena de superficialidad. Se convirtieron en depredadores, tiburones, unicornios, lobos y lobas adictos al poder y el dinero pero no pueden el lujo más importante: “vida”. Es una nueva pobreza capital. Y este libro puede ser la oportunidad, el equilibrio que estabas buscando.

Pero también debes saber que esto no es un tema nuevo. En pleno 1800, Goethe decía que «los jóvenes son arrastrados por el torbellino del tiempo; riqueza y velocidad es lo que todo el mundo admira y a lo que todo el mundo aspira hoy en día». Pero llegó la hora de hacer un salto evolutivo . Porque no estamos en 1800 y por primera vez estamos haciendo una pausa para tomar otro camino como humanidad.

No eres una máquina y mucho menos un algoritmo

Las máquinas están diseñadas para funcionar constantemente, operar sin interrupciones, ejecutar, producir, manufacturar en líneas de producción inspiradas por nuestros sueños industriales… pero los humanos no, no somos máquinas, no podemos competir con ese ritmo, no somos “recursos” desechable e intercambiables. No somos algoritmos que ejecutan acciones dentro de una cadena de procesos prediseñada y optimizada para la eficiencia de una sola ecuación: hacer las cosas más rápido, con menos costo, por mayor tiempo.

Si estás obsesionado con “hacer más trabajo, más rápido, en menos tiempo” utilizando herramientas de Inteligencia Artificial, quizás necesitas pensar las cosas a mayor profundidad. Esa ecuación solo te está llevando a un solo lugar: ser un algoritmo. Y al final de ese camino solo hay una salida, ser sustituido por un algoritmo que lo hace mejor que tú.

Pero el otro camino, el “no obvio”, es el entender quien eres y cuál es tu singularidad en este mundo. Entender que somos organismos biológicos y que necesitamos de meditación, recuperación, descanso y ocio. Y entender de cierto que no, no estamos diseñados para convertirnos en máquinas, pero sí estamos diseñados para abrazar un nuevo modelo que nos permita prosperar en un enfoque más sostenible: la capacidad de hacer una pausa. Una idea sutil y satanizada en tiempos en donde la “productividad” lo es todo, pero es la única forma de cuidar nuestra mente, nuestro cuerpo y poder potenciar la forma en como nos comunicamos, la manera en como creamos, la forma en como cultivamos relaciones y compartimos valor.

No va de crear nuevos hábitos atómicos, va de “encontrarte una formula personal” que te permita diseñar un estilo de vida más significativa, consciente, y descubrir esas formas de reiniciarte y regenerarte. Es un viaje iterativo, constante y evolutivo en el que puedas eliminar la adicción algorítmica y darte el tiempo de explorar tus ideas, tus pensamientos, tus experiencias y reclamar el control del tiempo que ahora depositamos en cosas adictivas pero sin importancia (Tiktok, redes sociales, videos en YouTube, etc).

Olvida las conexiones de internet y privilegia el poder recolectar contigo mismo y desde ahí, crear nuevas conexiones con otros. Esto requiere un nuevo reseteo, un re-inicio, un rediseño de tu filosofía de vida que te permita explorar una re-definición de conceptos, lleno de nuevas ideas y perspectivas.

Sigo pensando que tecnología debería estar centrada en la vida. Pero culturalmente las hemos puesto en función de productividad nuestras actividades. Para Robert, las máquinas funcionan bien a una velocidad constante y cuanto más rápidas, mejor. Están diseñadas y construidas para ello. Ya sea que estén hilando algodón o haciendo números, sus acciones regulares y repetitivas son en lo que sobresalen y, cada vez más, nuestro mundo está diseñado por máquinas, para máquinas. Sin embargo, lo que funciona bien para las máquinas no funciona bien para las personas. Porque no somos máquinas. Es un peligro intentar ser ellas o imitarlas. No debemos adaptarnos a las máquinas con sus mismos patrones. No debemos privilegiar la velocidad, sino la calidad.

¿Qué es la pausa?

Una pausa no son unas vacaciones eternas. No es perderte en la nada durante un tiempo prolongado. Es un “instante consciente” en el que te permites respirar, apagar las voces en tu interior, pausar las decenas de actividades que hacer en el día, poner stop a la ansiedad y la presión de tu día; con el objetivo de recordarte lo verdaderamente importante de estar vivo o simplemente para no hacer nada, no pensar en nada, no preocuparte por nada, dejar tu mente en blanco para recuperar energía y poner tu mente en calma.

Robert Poynton, nos pone un ejemplo que vivo todos los días. Me he convertido en un runner amateur, pero también amo caminar. Pero mi enfoque era “incompleto”. Siempre tenía una meta de distancia, o calorías, o velocidad o tiempo. Y claro, cuando salía a correr siempre buscaba esa meta. Ese comportamiento de tener una “meta” se potenció cuando llegó el iWatch a mi muñeca. Ahora tenía esas mediciones a mi alcance.

Pero leyendo el libro, me di cuenta de que el correr o caminar es una “pausa” que estaba desperdiciando. Ese “hueco” de productividad de salir, era llenado con un nuevo objetivo productivo (así no sentía que estaba perdiendo tiempo). Y cuando lo lograba me llenaba de dopamina y de alguna manera sustituía la culpa del “hueco” de tiempo dedicado. Pero como te dije, mi experiencia estaba incompleta.

Mientras corría mi mente solo estaba centrada en la meta u objetivo. Inclusive ponía música o podcast para que el tiempo se volviera más productivo todavía. Y me perdía de la oportunidad de ver el paisaje, oler las flores que pasaba, detenerme incluso a observar y dejar que el “camino” me invitara a pausar. No “notaba” la belleza del camino y la sustituía por la presión productiva de nuestra cultura de nunca desperdiciar un momento. Mi caminata o corrida se había convertido en una meta a alcanzar más en el día, en un pendiente para palomear y no en una experiencia para disfrutar.

Yo no quiero correr un maratón. Yo no quiero una medalla. Tampoco soy un atleta de alto rendimiento. ¿Entonces por qué me presionaba por la meta? Inclusive estaba dispuesto a lesionarme con tal de lograrla. ¿Ven lo ridículo de nuestras vidas? Hemos convertido nuestra “vida” en un flujo interminable de tareas, pendientes, entregables, metas, objetivos, logros y KPIs absurdos (porque lo que no se mide no se puede mejorar), dejando a un lado lo verdaderamente importante. Vivir. Pero sí estamos dispuesto a pagar por metodologías para ser más productivo. Y no prestamos atención ni damos mucha importancia a los espacios entre todas esas tareas.

Y es que el “estar ocupado” está muy bien visto en términos culturales. Hemos creado una floreciente industria de la «productividad personal” y administración del tiempo que también debemos al pensamiento maquinal y que premia la eficiencia y cantidad por encima de todo lo demás. La idea de que la velocidad es igual a la productividad está tan extendida y es tan predominante que casi no somos conscientes de ello. Por eso asociamos la pausa con retraso y procrastinación, no con reflexión o sabiduría.

Si lo piensas bien, el exceso de trabajo, la marea de tareas diarias, la intensidad de repetición de ese comportamiento es una forma de escapar de nuestra humanidad. Así nos entrenaron en la escuela. Así nos premiaron en el sistema. Pero nunca nos hablaron de darnos prioridad a nosotros mismos. ¿Qué pasaría si lo intentaras? ¿Qué pasaría si hacemos caso a Robert y en verdad pensamos que no somos una lista de tareas? Sí, tenemos miedo de lo que podamos descubrir. Porque este tipo de ideas no están en el statu quo. No son promovidos por nuestras íconos (o debería llamar esclavos modernos) de productividad.

¿Quién eres? No qué haces. Realmente ¿quién eres? Es más. Si lees esto, estás dejando de “tachar” pendientes en tu lista de hacer. ¿Quién eres ahora que te atreviste a hacerte estas preguntas? Ya se, sientes ansiedad nuevamente. Pero Robert nos invita a tener calma. A controlar el momento y ponernos atención. Es más, para. Haz una pausa ahora mismo. Te dejo un video de YouTube que me permite hacer justo ese viaje de pausas a lo largo del día.

Gracias por la pausa.

Felicidades de hecho. Te atreviste de forma valiente a romper ese estado de «atención parcial continua» en el que somos interrumpidos constantemente pero nunca hacemos una pausa consciente. No nos damos cuenta de que nos estamos perdiendo la vida. Nos perdemos del disfrutar del camino, como yo lo hacía cuando salía a correr. Nos volvimos tan mecánicos, predecibles, automatizados, que estoy seguro que incluso hay momentos de tu día que los vives por “de fault”. Hemos manejado a casa sin poner atención en el camino. Los consideramos “puntos muertos” que se van acumulando y un día… te das cuenta que envejeciste.

Para Robert, hacer una pausa es parte de vivir y respirar. De hecho, entre la inhalación y la exhalación hay una pausa. El objetivo de una pausa no es sólo descansar, por muy importante que sea. En una pausa puedes cuestionar formas de actuar existentes, tener nuevas ideas o simplemente apreciar la vida que estás viviendo. Observarla, sentirla. Sin siquiera detenerte a observarte a ti mismo, ¿cómo puedes explorar qué más podrías hacer o en quién podrías convertirte? Si siempre avanzas implacablemente, ¿dónde está el lugar para el corazón?

Robert menciona que no hacer pausas tiene un alto costo para nuestra salud o cordura. Si no haces una pausa, te perderás la vista o no tomarás el camino correcto. ¿Qué otras conversaciones más creativas y poderosas podrías tener si pudieras dejar entrar un poco de luz en el proceso? ¿Qué preguntas más profundas podrían plantearse? ¿Qué otras voces podrías escuchar? Mientras juegas, ¿estás realmente pensando o simplemente estás reaccionando? Es más, ¿has pensado que el tipo de trabajo que haces todos los días y la naturaleza de los problemas que enfrentas, requieren más pausa y no menos?

Una pausa es una apertura. Actúa como un portal hacia otras opciones y elecciones, dándole más dimensión a tu experiencia de vida. Es un ingrediente vital que se nos ha prohibido en el vertiginoso mundo. Es un poder para experimentar nuevos ritmos en tu vida. Le da forma y textura a tu experiencia, debilitando la sensación de que tu vida está impulsada por fuerzas externas sobre las cuales no tienes influencia (y es que ha sido diseñada así por el sistema). Así que inspirado en Robert, un acto punk anti-sistema es el poder elegir dónde poner nuestras pausas.

Hay diferentes tipos de pausas con diferentes utilidades y beneficios. Existen pausas dramáticas o significativas. Uno puede hacer una pausa para pensar. Una pausa puede ser planificada o espontánea, momentánea o duradera. Una pausa te puede ayudar a prepararte para algo que va a suceder o a comprender algo que ya ha sucedido. La pausa es importante para la creatividad, la comunicación y las relaciones sociales. También es importante para el propio bienestar y la propia salud mental. Una pausa no es para nada una cosa. Es una apertura que propicia, permite o invita a muchos otros tipos de posibilidades. Una pausa puede ser útil independientemente de la velocidad a la que uno vaya; tiene más que ver con el ritmo que con la velocidad y es más una cuestión de “momento” que de tiempo.

Ok pausa, sintetízame todo

Sintetizando todo esto. Robert Poynton, nos invita a entender el “poder de las pausas intencionales y conscientes” en nuestras vidas. Robert destaca la importancia de reducir la velocidad híper productiva del mundo y nos invita a tomar descansos abrazando los momentos de quietud en medio del ruido, intensidad y caos de la vida cotidiana. Podemos entonces decir que hay las siguientes ideas base:

  1. Valorar las pausas: aceptar el poder de las pausas en un mundo que glorifica la actividad constante. Las pausas permiten la reflexión, la atención plena y la oportunidad de apreciar el momento presente.
  2. Conciencia consciente: cultivar un sentido de conciencia consciente tomando descansos intencionales a lo largo del día. Estos descansos ayudan a restablecer, reenfocar y obtener claridad en medio del ajetreo.
  3. Creatividad e innovación: las pausas estimulan la creatividad y la innovación.
  4. Calidad sobre cantidad: privilegiar la calidad de los momentos en lugar de la cantidad de tareas realizadas.
  5. Restablecer el equilibrio: integrar pausas en las rutinas diarias para restablecer el equilibrio y evitar el agotamiento.
  6. Aceptar el silencio: aceptar el silencio como una parte valiosa de una pausa. Permite la introspección, la relajación y la oportunidad de escuchar los propios pensamientos y sentimientos.
  7. Tomar decisiones conscientes: tomarse un momento para hacer una pausa antes de reaccionar o tomar decisiones puede conducir a mejores resultados y a una toma de decisiones informada.
  8. Apreciar las transiciones: preste atención a las transiciones entre tareas o actividades.
  9. Desconectarse: desconectarse de la tecnología adictiva y algorítmica es lo mejor que puedes hacer, no solo recuperarás tiempo sino que te permitirá relajarte de forma más profunda y experimentar un rejuvenecimiento mental.
  10. Aceptar lo desconocido: las pausas brindan espacio para la incertidumbre y lo desconocido, lo que permite la exploración y el crecimiento. Acepta estos momentos como oportunidades para el aprendizaje y el descubrimiento.
  11. No tomes el acto de hacer una pausa como otro pendiente de tu día. Esa aproximación nos benéfica. Tómate una pausa cuando sientas que lo necesites. Permítete el acto de hacerlo. Tampoco necesitas estar haciendo pausas todo el rato. De hecho, si lo hicieras, no sería una pausa.
  12. Sal a caminar. Caminar es, igual que respirar, algo que hacemos de todas maneras, así que cualquier forma de caminar representa una oportunidad para ejercitar la pausa. Caminar y pensar están íntimamente ligados, por lo que hacerlo proporciona una auténtica pausa para el pensamiento. Caminar nos ofrece la posibilidad de sacar a pasear nuestras ideas de manera metafórica, abordándolas de otra forma o mirándolas desde otro ángulo.
  13. Crea tiempo para pensar. Si tener tiempo para algo es difícil, sacar tiempo para pensar lo es todavía más. No sirve cualquier momento. Para pensar de forma completa, hace falta algo más que el intelecto o el tiempo per se. Pensamos con nuestras manos y nuestros corazones, pensamos moviéndonos, pensamos haciendo. Cada uno de nosotros piensa de manera diferente y pensamos juntos cuando conversamos (así que una salida de café para pensar siempre es sensacional). Crear “tiempo para pensar” requiere cuidado y atención. Es precioso y escaso.
  14. Conviértete en un diseñador, un creador. Crear un espacio vacío que nos permita pausar requiere mucho cuidado y atención. Es necesario pensar como un artista y prestar atención al espacio negativo que queda entre y alrededor de los principales elementos activos. La forma más rápida y poderosa de generar un cambio mental es a través del contacto con la naturaleza y la belleza. Ambas aportan perspectiva, contraste e inspiración. Y con ello nos contagiamos del poder de “diseñar, crear” y no el de consumidor.

Pausar para vivir

Si no pausamos y nos paramos a pensar, la vida nos obligará a parar a hacerlo. Llevado al extremo, el precio a pagar es el burnout y luego enfermedades que atentan contra nuestra vida. El burnout puede considerarse como «una reacción sana ante un mundo enfermo”, una respuesta generada por algún tipo de sabiduría oculta en nuestro interior reivindicándose de forma alternativa.

El psicólogo Jon Stokes piensa que hacer una pausa es algo tremendamente complicado. Ya que “La gente es adicta a estar ocupada, así que pedirles que paren es como pedir a alguien que deje la heroína”. Pero necesitamos entender que la vida consiste en algo más que en hacer cosas. Tu tiempo no es una mercancía, ni es escaso, tampoco es una materia prima uniforme e indivisible. Sin embargo, toda la economía está basado con el “tiempo que pagas”. Piénsalo. ¿Cuánto cuesta un viaje a Paris? Seguramente ya lo cotizaste y tienes una cantidad de dinero. En el fondo no pagas con dinero, pagas con tu tiempo. Cuánto tiempo te toma juntar esa cantidad de dinero. Por esa razón percibimos que “parar” o hacer una pausa, es una pérdida de tiempo y dinero. Pero no lo es. Es más, el tiempo es el mismo para todos. Pero un minuto esperando sentado el autobús no es lo mismo que un minuto haciendo lagartijas o un minuto saboreando un helado. Es el mismo minuto para todos. Pero es distinto el minuto para el que lo está viviendo con consciencia.

El tiempo

El tiempo, tal y como lo percibimos, no está hecho de unidades regulares e intercambiables; no sentimos cada minuto, hora, día o año de la misma manera. El tiempo es un aspecto de nuestra experiencia, no una mercancía. Cuando se nos fuerza a seguir el ritmo regular del metrónomo, como en una cadena de producción, la vida se vuelve insulsa y deprimente. Ese tipo de trabajo destruye el alma. El tiempo no es lineal. Lo sabemos gracias al arte, la ciencia, la filosofía y a la introspección diaria. La mente no es unitaria ni uniforme. La buena comida, la música, el arte, la poesía, la filosofía, la ciencia o el buen sexo no son el resultado ni la expresión de la eficiencia. La pausa es el antídoto a la dominante y simplista idea de la actividad sin descanso. La pausa actúa como un interruptor que te da acceso a otros aspectos de tu naturaleza, a esas otras mentes. Nos permite pensar de otra forma, usar otras cualidades mentales: la imaginación, la emoción, la asociación, la intuición y la contemplación. Las pausas también aportan perspectiva y permiten pensar en el tipo de cuestiones que solo se pueden abordar de forma oblicua.

Einstein demostró matemáticamente que el tiempo es relativo. Respondía: cuando estás sentado con una chica agradable, dos horas parecen dos minutos. Si te sientas en un horno caliente durante dos minutos, parecen dos horas. Eso es la relatividad. Su ejemplo estaba basado en la percepción, pero lo usaba como metáfora para describir la realidad material del tiempo, el tiempo en sí no es constante, ni objetivo, ni universal, ni absoluto. El tiempo es local
No existe un solo tiempo.

La pausa no es solo el medio para un fin, sino el fin en sí mismo. Es la oportunidad de experimentar el tiempo, la vida y a nosotros mismos de forma diferente. La vida consiste en algo más que en hacer cosas. Es un portal a un tipo diferente de comprensión, apreciación y vivencia del tiempo, uno que no es lineal. Stefan Klein lo llama «la nueva cultura del tiempo» y argumenta que «dando más vida a nuestro tiempo, le damos más tiempo a nuestra vida.

No otorgamos valor al vacío, ni al silencio, ni a la pausa

Pausar es incómodo e impopular. Está fuera de la cultura empresarial de nuestros tiempos. Esa misma cultura que ama estar ocupados manteniendo todo igual, frenético, repetible, estandarizadle, procesable, predecible pero inmutable a excepción de que el cambio sea para hacer eficiente ese acto repetitivo. Benjamin Franklin contribuyó más que nadie a popularizar esta noción, sobre todo con su frase «el tiempo es dinero», que es la mejor definición de dicho punto de vista. Asi que “pausar” es lo opuesto. Va a ser criticado, desprestigiado, anulado y satanizado.

Esta es sin duda una de las grandes falacias de nuestros tiempos. Pero uno de los seres humanos más valiosos de nuestros tiempos Bill Gates ha demostrado lo opuesto. Gates se inventó un espacio propio para pensar. Una vez cada dos años se toma una “semana para exclusivamente pensar”. Se retira a un lugar remoto con una pila de libros e informes cuidadosamente elegidos, se desconecta del día a día y se zambulle en la lectura y en la reflexión sobre los grandes temas. Esto le permite detectar patrones, entender cosas y llegar a conclusiones que no se le hubieran ocurrido en la oficina o en el ritmo del día a día.

Este ritual de Bill Gates se ha convertido en algo habitual entre los líderes de la tecnología. Es que el mundo de la tecnología está regido por la velocidad, la innovación, lo inmediato, pero al mismo tiempo de una profunda cultura del futuro. Así que sus creaciones para liderar esos mundos necesitan un nivel profundo de consciencia y diseño. Esta práctica de “pausar” y tener una semana para pensar, nos permite acceder a otro tipo de conciencia, una que puede llegar a revelarnos que nos estamos fijando en el problema equivocado o abordándolo de la manera equivocada.

Festivales como el «Burning Man», se crearon para crear una pausa, una suspensión del statu quo, una disrupción de la cultura tradicional, un espacio diseñado para probar posibilidades, no para frenarlas. Es un enorme y alegre experimento de inclusión radical, emancipación y autoexpresión, donde se suspenden las habituales normas de la sociedad. Una pausa de la sociedad misma. El Burning Man es un espacio liminal o de transición que permite a las personas traspasar los límites y probar cosas de una manera que normalmente no es posible. Es intencional y con un propósito. Su objetivo es: generar una sociedad que conecte a cada individuo con sus poderes creativos, con la participación en la comunidad, con el gran territorio de la vida cívica y el aún más grande territorio de la naturaleza que existe más allá de la sociedad.

También muchas personas aplican la idea del sabático a la tecnología: el «sábado sin pantallas», por ejemplo. Se integra en la rutina, igual que el típico sabbat , aportando una estructura para la pausa. Las «curas detox digitales» van en la misma línea, aunque normalmente son más largas y menos frecuentes. A menudo la gente utiliza los principales periodos de vacaciones como detonante, igual que con las dietas detox . ¿Qué tipo de sabático te funcionaría a ti.

El diseñador neoyorquino Stefan Sagmeister, que cada pocos años se toma un año libre entero, periodo durante el que no acepta proyectos de clientes (en uno de esos años sabáticos llegó a rechazar una propuesta de la campaña de Barack Obama). Comenzó haciéndolo para «luchar contra la rutina y el aburrimiento», pero le preocupaba que, una vez acabado el año sabático, los clientes no volvieran. Sin embargo, lo cierto es que ocurrió justo lo contrario. Afirma que es la mejor idea, tanto creativa como de negocio, que ha tenido nunca. Es buena para la creatividad, porque le permite trabajar, pensar y descubrir. Desconectar de las restricciones del trabajo para clientes le da libertad. Puede explorar nuevas ideas y materiales sin un encargo en particular ni ninguna necesidad en mente. Es una buena idea de negocio, porque esas semillas creativas cambian la trayectoria del estudio. Cuando vuelve, las nuevas ideas y los nuevos pensamientos que surgen del descanso se convierten en motor de crecimiento de su negocio.

Este libro es una provocación. Una invitación profunda a cambiar nuestra concepción del tiempo y cómo vivimos en él. Nos invita a pensar de otra manera sobre cómo funcionan nuestras mentes y nos anima a jugar dando forma y diseñando nuestra propia experiencia. Lo cual, a su vez, significa cuestionar supuestos fuertemente arraigados, incluyendo la idea de que cuanto más hacemos, mejor Concluimos que pausar, es el acto más valioso que puedes hacer ahora mismo.

Jon Black
Jon Black
CEO de Blackbot. Egresado de las licenciaturas de Comunicación y Mercadotecnia. 20 años de experiencia como consultor en diseño estratégico, innovación y negocios. +15 años de experiencia impartiendo clases, sesiones, talleres, dentro y fuera del país alrededor de los temas: negocios, innovación, tecnología, creatividad y transformación digital.

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