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Pensar como un futurista

En los últimos años se ha incrementado el interés por el futuro en distintos ámbitos: empresas, gobiernos, instituciones educativas y movimientos sociales. Sin embargo, junto con ese interés ha proliferado una confusión conceptual considerable. Términos como pensamiento de futuros (Futures Thinking), estudios de futuros (Futures Studies), prospectiva (Foresight) y alfabetización de futuros (Futures Literacy) se utilizan de manera indistinta, cuando en realidad remiten a enfoques, niveles y objetivos claramente diferenciados. Comprender estas diferencias no es un asunto menor, sino una condición necesaria para que el trabajo sobre los futuros sea riguroso, relevante y éticamente responsable.

Este texto expone de forma precisa en qué consiste pensar como un futurista, cómo se distingue de otras aproximaciones al estudio y la anticipación del futuro, y por qué es insuficiente abordar el futuro únicamente desde herramientas o marcos técnicos.

Pensar como un futurista: un ejercicio cognitivo, no solo un conjunto de técnicas

Pensar como un futurista no equivale a seguir un método ni a practicar una disciplina en sentido estricto. Se trata, en primer lugar, de un proceso cognitivo complejo y de una actitud crítica que implican cuestionar y ampliar los marcos desde los cuales interpretamos el presente y proyectamos posibilidades futuras.

A diferencia de quienes abordan el futuro exclusivamente mediante el uso de herramientas externas —como el análisis de tendencias, los escenarios o los informes estratégicos—, quien piensa como un futurista trabaja de forma consciente sobre su propia estructura de pensamiento. No se limita a aplicar metodologías; examina cómo sus supuestos, creencias, sesgos y marcos culturales condicionan su percepción de lo posible.

Desde la psicología cognitiva se sabe que la imaginación de futuros posibles no ocurre de manera neutral. Está mediada por procesos como la prospección mental, el pensamiento contrafactual y la capacidad de tomar distancia de los propios modelos mentales (Schacter, Addis y Buckner, 2007). Estos procesos son sistemáticamente afectados por sesgos como el sesgo del presente, la ilusión de linealidad, el sesgo de certeza o la tendencia a proyectar las narrativas dominantes sin cuestionarlas (Kahneman, 2011).

Por tanto, pensar como un futurista no es un acto puntual, ni un ejercicio teórico abstracto. Es un proceso continuo que exige el desarrollo deliberado de ciertas capacidades cognitivas y analíticas que nos permiten cuestionar nuestras certezas, ampliar el rango de posibilidades que consideramos y navegar la complejidad de manera informada.

Este proceso requiere, en primer lugar, cultivar pensamiento crítico sobre los marcos culturales, económicos y políticos que definen lo que consideramos “normal”, “deseable” o “inevitable”. Implica ampliar intencionalmente nuestra capacidad de imaginar futuros múltiples, incluyendo aquellos que resultan incómodos, contradictorios o ajenos a las narrativas dominantes. Supone también integrar el análisis de estructuras profundas —como los valores, las cosmovisiones y los discursos— al momento de interpretar cambios aparentes o fenómenos emergentes. Y exige, finalmente, asumir que la incertidumbre y la complejidad no son obstáculos a eliminar, sino condiciones permanentes que debemos aprender a comprender y a gestionar.

Desarrollar estas capacidades no ocurre de manera espontánea. Requiere un entrenamiento sistemático que fortalezca los procesos cognitivos que sustentan el Pensamiento de Futuros (Futures Thinking). Ese entrenamiento se basa en prácticas como:

  • La prospección mental, que permite imaginar escenarios futuros de forma vívida y detallada.
  • El pensamiento contrafactual y prefactual, que facilita explorar tanto los caminos que no se tomaron en el pasado como las posibilidades alternativas hacia el futuro.
  • El pensamiento sistémico, que ayuda a identificar patrones, relaciones e interdependencias dentro de sistemas complejos.
  • La especulación creativa e imaginativa, que habilita la concepción de futuros radicalmente distintos, más allá de las inercias y suposiciones del presente.
  • La metacognición, que permite cuestionar de forma permanente nuestros propios modelos mentales, narrativas y marcos de interpretación.

Como explica Inayatullah (2008), ningún ejercicio serio sobre el futuro puede darse sin reconocer primero las narrativas, metáforas y estructuras simbólicas que condicionan nuestra visión del mundo. Frases cotidianas como “el tiempo se nos viene encima” o “la vida es una carrera” no son inocentes: moldean de forma profunda lo que consideramos posible y limitan nuestra capacidad de imaginar alternativas.

Pensar como un futurista comienza, entonces, cuestionando esas narrativas. Para ello es indispensable:

  • Desarrollar visión periférica, es decir, intentar ver lo que otros no ven.
  • Reconocer los futuros usados (Inayatullah, 2008), esas visiones heredadas y obsoletas que seguimos reproduciendo sin cuestionar.
  • Recuperar los futuros no asumidos, esos escenarios reprimidos o negados que, al no integrarse, regresan como crisis o disrupciones.

Solo sobre esta base crítica y consciente, el pensamiento de futuros (Futures Thinking) puede convertirse en una práctica significativa.

Estudios de futuros (Futures Studies): un campo académico y metodológico

Los estudios de futuros (Futures Studies) constituyen un campo académico interdisciplinario consolidado que se ocupa del análisis sistemático de los futuros posibles, probables y preferibles. Desde mediados del siglo XX, este campo ha desarrollado marcos teóricos, metodologías y enfoques rigurosos para explorar el futuro, incluyendo la construcción de escenarios, el análisis de tendencias, el diseño de futuros alternativos o el estudio de las imágenes sociales del futuro.

Los estudios de futuros (Futures Studies) se apoyan en una diversidad de disciplinas —como la sociología, la filosofía, la economía o las ciencias ambientales— y buscan, entre otros objetivos, ofrecer a las sociedades mejores insumos para la anticipación, la toma de decisiones y la reflexión colectiva sobre las posibilidades del futuro.

Sin embargo, dominar las metodologías de los estudios de futuros (Futures Studies) no implica, en sí mismo, pensar como un futurista. Muchas personas pueden aplicar herramientas de este campo sin revisar críticamente sus propios marcos mentales, sin cuestionar las narrativas dominantes que reproducen o sin considerar las implicaciones éticas y políticas de los futuros que promueven.

Pensar como un futurista implica llevar los estudios de futuros (Futures Studies) a un nivel más profundo. No se trata solo de aplicar técnicas, sino de examinar de forma consciente los supuestos culturales, epistemológicos y políticos que sustentan esas técnicas. La diferencia es clara:

  • Estudios de futuros: conjunto de prácticas, métodos y marcos conceptuales orientados a explorar y entender los futuros.
  • Pensamiento de futuros: proceso cognitivo y actitud mental que permite aplicar esas prácticas de forma efectiva y creativa.

Dicho de otro modo, podríamos decir que los Estudios de Futuros (Futures Studies) son el “mapa” y el “manual”, mientras que pensar como un futurista es la habilidad de leer el mapa, cuestionarlo si es necesario y atreverse a explorar caminos no trazados.

Prospectiva (Foresight): una práctica instrumental orientada a la acción estratégica

En el ámbito de las decisiones concretas, la prospectiva (Foresight) ocupa un lugar destacado. Se trata de un enfoque aplicado que utiliza herramientas y marcos de anticipación para apoyar la toma de decisiones estratégicas en entornos complejos e inciertos. Es ampliamente utilizada en gobiernos, empresas y organismos internacionales para identificar oportunidades, amenazas y posibles escenarios de evolución en sectores o territorios específicos.

A diferencia de los estudios de futuros (Futures Studies), que exploran futuros posibles desde una perspectiva amplia, transdisciplinaria y a veces especulativa, la prospectiva (Foresight) tiene, la mayoría de las veces, un carácter instrumental. Su foco es pragmático y sus horizontes suelen estar determinados por las necesidades organizacionales, políticas o institucionales concretas.

No obstante, la prospectiva (Foresight) presenta al menos dos limitaciones recurrentes: tiende a reproducir visiones hegemónicas y futuros usados, ya que parte de los marcos institucionales y culturales existentes sin cuestionarlos de manera crítica; y reduce la complejidad, al privilegiar los escenarios deseables o probables en función de intereses presentes, sin considerar necesariamente la diversidad de futuros posibles ni sus implicaciones éticas, sociales o ecológicas.

Pensar como un futurista implica ir más allá de esta lógica instrumental. Supone reconocer que los futuros no son solo escenarios a ser gestionados, sino territorios de disputa simbólica, cultural y política. Por ello, quien piensa como un futurista no se limita a anticipar, sino que también cuestiona, imagina y diseña alternativas a los marcos dominantes.

La diferencia es clara:

  • Pensamiento de futuros: habilidad transversal, aplicable en cualquier ámbito de la vida, no solo en entornos formales.
  • Prospectiva: proceso sistemático de anticipación orientado a la acción, típicamente usado en organizaciones y gobiernos.

El pensamiento de futuros (Futures Thinking) potencia la prospectiva (Foresight), pero va más allá, invitando también a cuestionar los marcos de referencia, imaginar futuros disruptivos y explorar dimensiones simbólicas o culturales que la prospectiva técnica a veces ignora.

Alfabetización de futuros (Futures Literacy): el nivel básico de comprensión y uso del futuro

La alfabetización de futuros (Futures Literacy), impulsada por la UNESCO y diversos autores (Miller et al., 2018), propone democratizar la capacidad básica para comprender y utilizar el futuro como recurso en el presente. Así como la alfabetización convencional permite leer y escribir, la alfabetización de futuros (Futures Literacy) permite “leer” los futuros posibles e “inscribir” alternativas deseables en las conversaciones y decisiones cotidianas.

Este concepto busca ampliar la comprensión social del futuro, superar su reducción a pronósticos o predicciones, y promover que las personas participen activamente en los debates y procesos de anticipación que afectan sus vidas.

Sin embargo, la alfabetización de futuros (Futures Literacy) representa apenas un nivel inicial. El pensamiento de futuros (Futures Thinking) implica ir más allá de la alfabetización básica, para desarrollar una práctica crítica, consciente y constante de reflexión, cuestionamiento y diseño de futuros.

De forma integrada, podemos comprender así la relación entre estos enfoques:

  • Alfabetización de futuros: comprensión básica del futuro, equivalente al aprendizaje elemental de un idioma.
  • Pensamiento de futuros: nivel avanzado de fluidez, que combina pensamiento crítico, imaginación especulativa y anticipación estratégica.
  • Estudios de futuros y prospectiva: marcos sistemáticos que ofrecen estructuras, herramientas y metodologías para profundizar en el campo de manera profesional.

Conclusión: por qué es insuficiente quedarse en los métodos

El riesgo de reducir el trabajo sobre el futuro a marcos metodológicos —ya sea desde la prospectiva (Foresight), los estudios de futuros (Futures Studies) o la alfabetización de futuros (Futures Literacy)— es que se corre el peligro de reproducir las mismas estructuras, sesgos y limitaciones que han contribuido a las crisis actuales. Pensar como un futurista exige otro nivel de compromiso: un trabajo continuo sobre la propia percepción, los marcos de sentido y las estructuras de interpretación que usamos para proyectar futuros.

El futuro no es un destino inevitable. Es un espacio de construcción, de disputa y de elección. Solo a través de un pensamiento riguroso, ético y profundamente consciente podemos aspirar a que algunos de esos futuros sean más justos, sostenibles y socialmente relevantes que otros.

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Referencias

Inayatullah, S. (2008). Six pillars: Futures thinking for transforming. Foresight, 10(1), 4–21. https://doi.org/10.1108/14636680810855991

Kahneman, D. (2011). Thinking, fast and slow. Farrar, Straus and Giroux.

Miller, R., Poli, R., Rossel, P., Tuomi, I., Ehresmann, A., Béjean, M., Vanbremeersch, J.-P., Kamara, K., Aceron, A. V., Akomolafe, B., Arellano, A., Bergheim, S., Cagnin, C., Candy, S., Cedeño, O., Leroy, S., Cruz, S., Djidingar, N., Eyakuze, A., & Simard, N. (2018). Transforming the future: Anticipation in the 21st century. Routledge. https://doi.org/10.4324/9781351048002

Schacter, D. L., Addis, D. R., & Buckner, R. L. (2007). Remembering the past to imagine the future: The prospective brain. Nature Reviews Neuroscience, 8(9), 657–661. https://doi.org/10.1038/nrn2213

Fernanda Rocha
Fernanda Rocha
Directora de Futuros de Blackbot. Especialista en Futuros y Prospectiva. +15 años de experiencia como consultora en diseño estratégico e innovación. +15 años de experiencia impartiendo clases, sesiones, talleres, etc., alrededor de los temas: innovación, diseño estratégico, creatividad, negocios y futuros.

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