El diseño, como disciplina, siempre ha estado a la vanguardia de la innovación y la adaptación. En los últimos años, el rápido avance de la inteligencia artificial (IA) ha comenzado a transformar los fundamentos del diseño, ofreciendo nuevas posibilidades y desafíos tanto para diseñadores como para tecnólogos.
Sobre John Maeda
Siempre he seguido el trabajo de John Maeda, diseñador, tecnólogo y líder en experiencia de producto que conecta negocios, ingeniería y diseño mediante un trabajo inclusivo. Fue presidente de la Escuela de Diseño de Rhode Island (dirigió la institución hasta 2013). Actualmente es vicepresidente de Ingeniería de la Plataforma de IA de Microsoft. Y siempre es una luz en medio de la oscuridad. Una voz crítica y anticipada que intenta con congruencia elevar el nivel de la conversación y ejecución del diseño.
“La política será eventualmente reemplazada por imágenes. Los políticos estarán encantados de defender su imagen, porque la imagen será inmensamente más poderosa de lo que ellos podrían ser”
Marshall McLuhan
(Por eso siempre John Maeda, nos ha invitado a cuestionar todo lo que vemos, siempre)
En su presentación en el SouthBy South West, nos mostró las tendencias que logra ver desde el punto de vista de diseño tecnológico. Me llama la atención el nombre del reporte de este año: “Autodiseñadores en piloto automático”. Y no es sobre el mundo automotriz.
Las ideas principales del reporte son:
- La IA no está reemplazando a los diseñadores pero sí está transformando cómo el diseño es ejecutado.
- La experimentación en Inteligencia Artificial se está convirtiendo en mucho más económica y veloz.
- La era de los agentes está cambiando de los modelos a los agentes que complementan asignaciones o tareas.
- El UX (user experience) está evolucionando a AX (agent experience), rediciéndomelos la interfase de usuario UI en favor de una ejecución directa de Inteligencia Artificial.
- Las mejores prácticas de UX de Inteligencia Artificial (AI UX) están evolucionando y mejorando la confianza y la usabilidad.
- La automatización por Inteligencia Artificial presenta riesgos que requieren responsabilidad y gobernanza.
- La adaptabilidad humana es clave parar navegar o explorar en un futuro de Inteligencia Artificial aumentada.
Para John, el diseño como disciplina siempre ha estado a la vanguardia de la innovación y la adaptación. En los últimos años, el rápido avance de la inteligencia artificial (IA) ha comenzado a transformar los fundamentos del diseño, ofreciendo nuevas posibilidades y desafíos tanto para diseñadores como para tecnólogos.
Sin embargo John detecta una paradoja incómoda: la tecnología ha hecho nuestras vidas más “plenas”, pero al mismo tiempo nos hemos vuelto incómodamente «llenos». Esta paradoja es la base de la relación cambiante entre el diseño y la IA: estamos creando herramientas más potentes que prometen simplificar y complicar nuestro mundo a la vez.
Es así que la Inteligencia Artificial se ha integrado en los procesos de diseño y desde su interior, está transformando la forma en como pensamos, planeamos, ejecutamos y compartimos el diseño. Una de las grandes disrupciones es el concepto de “interface”.
Hoy todas las interacciones con las computadoras y teléfonos móviles ocurren gracias a la intermediación de una interfaz. Vemos pantallas y en las pantallas se despliegan opciones, botones, call to actions, funcionalidades, etc; al interactuar con ellos el mundo del cómputo entiende las funciones, ejecuciones, mandos e interacciones entre el humano y la computadora. Las interfaces tradicionales a menudo han funcionado como pistas de obstáculos, requiriendo que los usuarios naveguen por caminos complejos para alcanzar sus objetivos. Con cada clic, desplazamiento y selección de menú, hemos creado elaborados laberintos y pistas de obstáculos que los usuarios deben superar. Desde una definición computacional, la UI existe para controlar las APIs.
El mundo del diseño se ha vuelto tremendamente sofisticado al tener la Experiencia de Usuario (UX), que analiza la usabilidad, eficiencia y facilidad entre un humano y la interface. De ahí que disciplinas como la Interfase de Usuario (UI) se han vuelto científicamente eficientes gracias a las mejores prácticas y los datos de interacción con los que diseñamos esas interfaces. ¿Pero qué pasaría si las interfaces ya no fueran importantes en un mundo de interacción con la IA?
“Cada interfaz de usuario es una especie de carrera de obstáculos, pero ¿qué pasa cuando te teletransportas directamente a la meta? ¿Qué pasa con el campo del User Experience (UX)? Si nos dedicamos como oficio a crear obstáculos pero de repente ese oficio ya no es necesario. Con la Inteligencia Artificial basta con conocer la intención de tu usuario y ya no tiene que ir a la carrera de obstáculos, sino teletransportarse directo a la meta”.
Afirma John Maeda.

Si lo piensas bien eso es exactamente lo que ocurrió con la Ghiblificación de la cultura, o lo que está pasando con el Vibe Coding. Los humanos estamos expresando lo que queremos lograr directamente a una IA sin necesidad de mediaciones o interfaces.
Eso sumado a que el acceso a la Inteligencia Artificial sigue reduciendo significativamente el coste y el tiempo necesarios para la experimentación de diseño. Donde antes los diseñadores tenían que crear laboriosamente múltiples iteraciones con las interfaces, ahora la IA puede generar docenas o cientos de variaciones en segundos saltándose todas esas interfaces. Esto democratiza aspectos del diseño, a la vez que prioriza la curaduría y la dirección creativa.
Ya lo señalaba en un artículo anteriormente, esta es la manifestación del inicio del siguiente salto evolutivo en el ciclo de vida del desarrollo de Software (SDLC) con IA en el centro, pasando de asistido a autónomo. La creatividad y el diseño están entrando en su fase más intuitiva hasta ahora: una en la que la ejecución está cada vez más a cargo de máquinas y el rol humano se vuelve más directivo, más emocional, más inmerso, intuitivo, permitiendo que el código, el diseño o el contenido surja a través de la interacción. Es un cambio en el centro de la creatividad: de la ejecución a la orquestación, del control a la capacidad de respuesta. En esencia, este salto tecnológico mueve, transforma al acto creativo mismo, en donde se trata menos de construir cada pieza a mano y más de moldear la resonancia entre herramientas y modalidades. En ese sentido, la IA no reemplaza el esfuerzo. Lo reubica.
Para John Maeda la economía de la experimentación ha cambiado radicalmente: la experimentación con IA se está volviendo significativamente más económica y rápida. Por ejemplo, GPT-4o ahora cuesta solo $2.50 por millón de tokens de entrada, en comparación con los $30 de GPT-4 del año anterior. Este cambio ha hecho que las sofisticadas capacidades de IA sean accesibles a una gama mucho más amplia de creadores.

El surgimiento de la “era del Agente”
Queda claro para John que estamos presenciando una transición de los modelos de IA a “agentes que completan tareas”. Como definió Lilian Weng en su influyente tweet, un «agente = LLM + memoria + habilidades de planificación + uso de herramientas».
Estos agentes de IA son capaces de ejecutar tareas de diseño complejas, lo que podría revolucionar los flujos de trabajo y los procesos creativos. En lugar de simplemente generar opciones, estos agentes pueden comprender el contexto, integrar la retroalimentación y refinar sus resultados en consecuencia.
Esto representa una evolución significativa con respecto a las herramientas de IA anteriores, que requerían una amplia guía humana. Los agentes de diseño de IA actuales suelen comprender e implementar principios de diseño sofisticados sin instrucciones paso a paso, trabajando en ciclos continuos que antes eran prohibitivamente costosos.
Uno de los proyectos que acabamos de supervisar en nuestro Máster en Interacción Humana e IA en Elisava, era de un asistente creativo de música. Como músico pasas horas con un instrumento componiendo un track. Exploras creativamente sonidos que terminan siendo las bases de una composición. Ese proceso creativo es en solitario. Pero ahora con una IA, ese proceso creativo es asistido. La IA escucha tu composición y entiende los patrones, el estilo, el instrumento, la velocidad, incluso analiza el resto de la sesión para entender qué podría tener mejor resultado. Una IA con esos datos los contrasta contra el resto de música que tiene en su base y comienza a darte sugerencias, comienzan a componer contigo, co-crear. Inclusive puedes pedirle que te acompañe con con instrumento, tal vez tu tocas la guitarra y dejas que la IA te asista con el bajo. Toda la sesión queda graba y le puedes pedir a la IA que tome las mejores partes y cree una composición final. Este “agente” podría cambiar para siempre la forma en como “creamos” música y elevarla a un nuevo nivel.
AX (Experiencia del Agente)
El ejemplo anterior es un tremendamente claro en cómo una nueva disrupción se ha creado. El diseño tradicional de la Experiencia de Usuario (UX) está evolucionando hacia lo que John ha denominado “AX” o Experiencia del Agente. Este nuevo y disruptivo paradigma está reduciendo la IU (interfaz de usuario) en favor de la ejecución directa de IA, lo que sugiere un futuro donde las interfaces serán más intuitivas y menos visibles.
Estas innovaciones desde el punto de vista de Jhon aparecen en diferentes espacios:
- Interfaces de chat: hay toda una reinvención de la IA conversacional, más allá de los simples turnos de conversación en texto, ahora las “conversaciones” son a nivel humano y la empatía que puede mostrar la IA es superior a la interacción inclusive con otros humanos.
- Espacios de documentos: hay una administración de múltiples subconversaciones dentro del contenido
- Espacios de tablas: transformación de interfaces similares a hojas de cálculo en redes de células inteligentes que colaboran
- Espacios de lienzo: creación de espacios de trabajo flexibles, infinitos y colaborativos
Para John existe una fascinante intersección donde convergen la simplicidad y la autonomía, que requiere una reducción reflexiva, organización y una apreciación de las dimensiones emocionales y contextuales del diseño. Pero una idea base es que la forma más sencilla de lograr la simplicidad es mediante una reducción meditada: eliminando lo innecesario para enfatizar lo que realmente importa.
Para John las experiencias agénticas representan la máxima expresión de este principio. En lugar de obligar a los usuarios a aprender y dominar interfaces complejas, los agentes permiten que el usuario exprese directamente su intención y que el sistema gestione la complejidad en segundo plano. Esta transición de la experiencia del usuario (UX) a la experiencia del agente (AX) encarna la esencia de su décima ley: «La simplicidad consiste en eliminar lo obvio y añadir lo significativo».
La relación entre simplicidad y complejidad siempre ha sido simbiótica. John lo señaló en su quinta ley, «La simplicidad y la complejidad se necesitan mutuamente». Los agentes demuestran este principio a la perfección: presentan una interfaz sencilla a la vez que gestionan una gran cantidad de complejidad subyacente. El usuario no necesita comprender las complejas operaciones; solo necesita confiar en que su propósito se cumplirá. El agente se nutre de la complejidad de maneras que los humanos realmente no podemos. La confianza, como se describe en su octava ley, se vuelve central en esta “relación” (desde mi punto de vista esto es clave, porque la “relación” es lo que exactamente está naciendo en esta interación humano – IA).
Para John cuando interactuamos con agentes, confiamos en su capacidad para comprender y ejecutar nuestras intenciones. Esta confianza nos permite relajarnos, sabiendo que la complejidad se gestiona en nuestro nombre. Lo que hace que estas experiencias agenciales sean tan poderosas es que no solo ocultan la complejidad, sino que transforman nuestra “relación” con ella. Nos permiten centrarnos en lo que más importa: el resultado que buscamos, en lugar del proceso para lograrlo. Nos permiten teletransportarnos a la meta, en lugar de sortear e interactuar con obstáculos.
La evolución hacia experiencias agenciales no elimina la necesidad de un diseño reflexivo, sino que la transforma. Los diseñadores se convierten en orquestadores de experiencias en lugar de creadores de interfaces. Deben considerar cómo los agentes comprenden la intención, cómo comunican sus acciones y cómo generan confianza con los usuarios. Necesitan familiarizarse con la forma de articular la tarea a realizar.
En este nuevo panorama, la simplicidad puede seguir siendo un norte, pero el camino para lograrla ha cambiado. El reto ahora es crear agentes que nos comprendan lo suficientemente profundo como para que la tecnología misma parezca desaparecer, dejando solo el logro sin esfuerzo de nuestros objetivos. Gran parte de esto requerirá avances en las arquitecturas de memoria agéntica, así que estén atentos a los llamados «agentes a largo plazo» para mejorar considerablemente en el futuro próximo.
Desafíos del diseño
Para John si bien el potencial de la IA en el diseño es inmenso, también plantea nuevos desafíos y consideraciones éticas:
- Confianza y usabilidad: A medida que la IA se vuelve más predominante en las herramientas y procesos de diseño, crece la necesidad de establecer mejores prácticas que mejoren la confianza y la usabilidad. Los diseñadores deben considerar cómo crear sistemas basados en IA que sean transparentes y fáciles de usar.
- Principios sencillos: como proporcionar avisos de IA, mostrar citas, proporcionar actualizaciones de estado de latencia y permitir la retroalimentación del usuario se han convertido en patrones de experiencia de usuario fundamentales para las interacciones con IA. Estos crean la fricción adecuada que ayuda a los usuarios a comprender cuándo interactúan con IA o con humanos.
- Gobernanza responsable: La integración de la IA en el diseño introduce nuevos riesgos que requieren una gestión cuidadosa. El Informe Internacional sobre la Seguridad de la IA de 2025 describe diferentes tipos de «pérdida de control» sobre los sistemas de IA
- Adaptabilidad Humana: Con el rápido avance de la IA, la adaptabilidad humana se vuelve crucial. Como destaca el Informe de Diseño en Tecnología: «La adaptabilidad humana es clave para prosperar en un futuro impulsado por la IA». Los diseñadores deben actualizar continuamente sus habilidades y adoptar nuevas tecnologías para mantenerse relevantes en este panorama en constante evolución.
El cambio de rol de los diseñadores
Para John el auge de la IA en el diseño no supone el fin de los diseñadores humanos. Más bien, anuncia un cambio en sus roles y responsabilidades:
- Colaboración con IA: ya hablamos del Vibe Coding https://blackbot.rocks/que-es-vibe-coding-y-por-que-importa/ per para John los diseñadores trabajarán cada vez más con herramientas de IA, utilizándolas para mejorar la creatividad y la productividad. Como lo describe Carly Ayres, este enfoque colaborativo «es más una conversación que código», lo que permite a los diseñadores centrarse en la intención en lugar de en los detalles de implementación.
- Enfoque en el pensamiento de alto nivel: A medida que la IA asume tareas más rutinarias, los diseñadores pueden centrarse en el pensamiento estratégico de alto nivel, la resolución de problemas y la innovación. Este cambio permite un mayor énfasis en los aspectos conceptuales y emocionales del diseño, precisamente las áreas donde los humanos aún superan ampliamente a la IA.
- Habilidades interdisciplinarias: La convergencia del diseño y la IA exige que los diseñadores desarrollen un conjunto más amplio de habilidades. Comprender los fundamentos de la IA, la ciencia de datos y la programación cobra cada vez mayor valor en esta nueva era. Los diseñadores que puedan conectar estas disciplinas estarán especialmente bien posicionados para liderar la innovación.

Sobre el futuro del diseño
John piensa que el futuro del diseño en la era de la IA es emocionante e incierto a la vez. El cambio es evidente: pasaremos del UX → al AX (Experiencia del Agente), lo cual representa un cambio de paradigma donde las interfaces se diseñan no para humanos, sino para los propios agentes de IA. Esto a menudo implica una «No-UX» en el sentido tradicional, favoreciendo el acceso directo a las API sobre las interfaces gráficas.
Esta evolución se ve facilitada por estándares emergentes que proporciona información estructurada e instrucciones para que los modelos de IA comprendan los sitios web y los servicios con mayor eficacia. A medida que la comunicación entre máquinas se vuelve más frecuente, diseñar para agentes puede llegar a ser tan importante como diseñar para humanos. La curaduría, el criterio y la sensibilidad humana siguen siendo factores diferenciadores vitales para el futuro próximo. Siempre existirá una dimensión humana fundamental en el juicio estético que la IA no puede replicar.
La integración de la IA en el diseño no solo implica cambiar herramientas y procesos, sino que también transforma la naturaleza misma del diseño. A medida que navegamos por este panorama en constante evolución, los diseñadores deben aprovechar el potencial de la IA y, al mismo tiempo, afrontar sus desafíos. Al incorporar cuidadosamente la IA en nuestra práctica de diseño y evolucionar continuamente nuestra comprensión de la simplicidad, podemos crear un futuro donde el diseño y la IA trabajen en armonía para resolver problemas complejos y mejorar las experiencias humanas de formas que aún no hemos imaginado.
“No rechazamos la máquina. La acogemos. Pero deseamos verla dominada”
William Morris, del movimiento Arts & Crafts
El nacimiento de un nuevo líder creativo
Así como en el diseño, el arte, la innovación, el performance y la prospectiva, ese nuevo liderazgo es un acto fundamentalmente creativo sostenido por el trabajo. Es un equilibrio entre precisión e improvisación. Exploración y explotación. Estructura y libertad. Respuestas y preguntas. Certidumbre e incertidumbre. Definición y ambigüedad. Es justo ahí en esas intersecciones en donde surge las “creaciones” que se convierten al inicio en arte, luego maduran y se transforman en diseño para llegar al mundo del performance y vivir una vida de productos iterativos. El líder creativo se mueve con soltura entre todas las disciplinas, conectando puntos que otros no ven, explorando hipótesis que gracias a su sensibilidad son evidentes y anticipándose a los tiempos gracias a la prospectiva.
Para John Maeda los desafíos que enfrentamos exigen un liderazgo creativo más que nunca. Requieren líderes capaces de sintetizar disciplinas, aceptar el fracaso como aprendizaje y fomentar entornos donde la innovación prospere. Ve una nueva generación de líderes que comprenden instintivamente este enfoque. Líderes que no separan el arte de la tecnología, la emoción de la estrategia, ni la creatividad del liderazgo. En cambio, entrelazan estos elementos, creando organizaciones y soluciones tan innovadoras como humanas. En sus manos, el liderazgo mismo se convierte en un acto de creación, y eso le infunde una gran esperanza para nuestro futuro.
Coincido con John sobre que el diseño ha liderado siempre la innovación y la adaptación. Pero se equivoca al no incluir un concepto poderoso “la anticipación”. Pero ya hablaremos de eso a fondo.

Pensamiento sistémico – creativo y CRAFT
Después de leer y pensar profundamente sobre el valor del pensamiento sistémico de Maeda. Me queda claro que su mejor virtud es que nos permite ver los elementos interconectados e interrelacionados de un proceso que siempre, tiene un producto o resultado. La contaminación del aire, es un producto de sistemas interconectados que han provocado ese fenómeno.
El pensamiento sistémico es ese “orden, eficiencia, lógica, operación” que el mundo computacional ha venido utilizando y promoviendo hasta lograr su máxima creación: la inteligencia artificial. Una secuencia de datos lógicamente estructurado, que al convertirse en información e interrelacionados con otra información, producen un resultado eficiente gracias al diseño de su sistema.
Pero cuando intento llevar ese pensamiento sistémico al pensamiento creativo. Siempre produce un chispazo que apaga el sistema. Todavía no he podido “sistematizar” mi proceso creativo con la eficiencia, productividad y eficacia sistémica de nuestros tiempos.
Pero es que sí tengo un proceso creativo claro. En Blackschool tenemos una clase específica de proceso creativo acompañado de Inteligencia Artificial. Pero una parte de ese proceso no puede sistematizarse o al menos no he logrado imaginarme el cómo. Si se hiciera, todos pudiéramos crear como Vivaldi, pensar como Steve Jobs o imaginar como J.J.Abrahams de forma automatizada .
En la actualidad no existe un algoritmo o proceso que logre “sistematizar” tu personalidad, tu forma de ver el mundo, tu emoción al experimentar la vida. Pero sí existe un mecanismo que podría colectar todos los datos, información y conocimiento que has colectado en tu vida. Pero no puede conectar todo eso de la forma en como tú lo haces. Porque “no es tú”. Solo es un sistema, no un organismo vivo.
Tú como organismo vivo tienes sistemas biológicos y de cognición. Tu sistema nervioso, el sistema gástrico, tu sistema respiratorio, etc. Pero tu personalidad no es replicable. Puede ser imitable sin duda. Pero jamás podrá ser tú. Podrá copiar e imitar los resultados que ya produjiste. Pero nunca saber lo que se siente pensar, sentir, procesar… como tú.
John Maeda escribió un artículo reflexionando sobre otro artículo que Sun Chuanqí escribió que habla sobre la trampa de la eficiencia del pensamiento sistémico. Es un artículo reflexivo sobre la tensión entre los sistemas de diseño centralizados y la agilidad creativa. Describió que un sistema estructurado, cuyo objetivo era optimizar la colaboración, empezó a tener un efecto inesperado: ralentizó a los equipos. O, más precisamente, ralentizó la innovación. La razón es que se volvió más fácil decir: «Eso no está en el sistema» que preguntar: «¿Por qué no?». Ya que el pensamiento sistémico promete claridad, pero puede generar conformidad.
Los sistemas eliminan la necesidad de pensar, pero deben conservar la capacidad de “juzgar”. Un buen sistema alivia la carga de la toma de decisiones constante. Proporciona a los equipos patrones reutilizables y les permite centrarse en problemas de mayor complejidad. Pero si un sistema es demasiado eficiente (demasiado optimizado), puede suprimir una de las cualidades más humanas que aportamos: el discernimiento.Por lo tanto el pensamiento sistémico no debería consistir en construir algo que funcione sobre rieles. Se trata de construir algo que permita la reflexión, incluso cuando parezca inconveniente.
Los sistemas nos ayudan a conectar con patrones conocidos. Incluso pueden ayudarnos a traducirlos a nuevos dominios. Pero el paso final de la sorpresa es donde los sistemas suelen fallar. No fueron diseñados para lo inesperado. Pero la sorpresa es donde residen las perspectivas más valiosas.Los sistemas, a pesar de toda su elegancia, carecen de belleza, solo son andamiajes, no la estructura en sí. Y a veces confundimos la forma con la función.
El pensamiento sistémico promete claridad, pero puede generar conformidad. Busca la velocidad, pero puede atraparnos en ciclos. La trampa de la eficiencia no es que los sistemas no funcionen. Es que funcionan demasiado bien , hasta que el mundo cambia.
Ante eso. John Maeda tiene una idea fascinante. Un modelo que ha servido para crear valor total: CRAFT. A medida que los diseñadores se enfrentan a la incertidumbre del cambio impulsado por la IA, la pregunta no es si las máquinas tomarán el control, sino si recordaremos lo que significa ser humano. Por eso me baso en lo que llamo CRAFT: un conjunto de principios que mantienen el diseño anclado en la inteligencia humana.
C — Curiosity
C — Curiosidad
Si la curiosidad mató al gato, al menos murió ocho veces más, felizmente.
Haz más preguntas de las que respondes. La curiosidad ha impulsado toda mi carrera. A menudo he dicho que mantener la curiosidad es lo que nos mantiene relevantes. Ya sea explorando cómo «hablar máquina» o entendiendo la necesidad tácita de un usuario, el mejor diseño empieza por no saber y aceptarlo. No se trata de tener todas las respuestas. Se trata de amar las preguntas.
R — Responsibility
R — Responsabilidad
La jerarquía se refuerza con la exclusión; el trabajo en equipo se refuerza con la inclusión.
Considera el impacto de tu trabajo. En tecnología, es fácil actuar con rapidez y romper cosas. Pero siempre he creído que el diseño requiere un mayor sentido de responsabilidad. Cada decisión que tomamos genera un impacto, intencional o no. Ya sea en equipos de producto o en debates sobre políticas, he sido testigo del valor de la inclusión. El buen diseño no solo se preocupa por cómo funcionan las cosas, sino también por a quién le sirven.
A — Aesthetics
A — Estética
La estética no es solo para la vista. Es para el alma.
Crea belleza con integridad. A menudo, la gente piensa que la estética es solo decoración. Pero para mí, la belleza se trata de presencia: de estar plenamente involucrado en el proceso. Mis primeros trabajos en arte generativo se centraron en comprender que el código puede ser expresivo, emotivo e incluso conmovedor. Me inspiro en el principio japonés de ma: el espacio entre las cosas. Nos recuerda que la simplicidad, la sobriedad y la claridad tienen un profundo poder. La estética nunca debe distraer. Debe conectar.
F — Fluency
F — Fluidez
Código y cuidado, cuando se unen, ese es el nuevo oficio.
Habla el lenguaje del código y la compasión. En el mundo actual, necesitamos comprender cómo se sienten las personas y cómo funcionan las máquinas. Por eso escribí «Cómo hablar máquina». La fluidez técnica no significa ser ingeniero de software, sino saber lo suficiente para tomar decisiones informadas, hacer buenas preguntas y colaborar con otras disciplinas. Cuando los diseñadores comprenden la computación, se convierten en mejores traductores entre sistemas y humanos. Y cuando los tecnólogos comprenden la empatía, crean mejores herramientas.
T — Thoughtfulness
T — Consideración
El pensamiento ascendente es donde se encuentran los avances.
Reduce la velocidad cuando importa. Vivimos en una cultura de velocidad. Pero más rápido no siempre es más sabio. Anteriormente he hablado sobre el «pensamiento cuesta arriba» : la idea de que el camino más difícil y lento suele producir los resultados más significativos. La IA nos impulsa hacia la eficiencia, pero el diseño nos pide que hagamos una pausa. Que reflexionemos. Que escuchemos. La reflexión es la forma en que protegemos la esencia de nuestro trabajo.
Así que CRAFT no es solo una lista de verificación, es una postura. Es cómo nos mantenemos firmes en un mundo en constante cambio. Nos recuerda que la ventaja del diseñador no reside en superar a las máquinas, sino en ser más humano que ellas, priorizando la empatía sobre la eficiencia, las preguntas sobre las conclusiones y el cuidado sobre la conveniencia.
«Dejemos que las máquinas agilicen las cosas. Hagámoslas, como diseñadores, más inteligentes» — John Maeda